Jesús, en la última cena con sus discípulos, sabía que pronto daría su vida por nosotros.  Pero quiso quedarse en el Sacramento de la Eucaristía, por eso lo llamamos pan de vida, porque cada vez que lo recibimos en la Comunión, da vida a nuestra alma.

Pronto recibirás el Sacramento de la Eucaristía por primera vez y va a ser un día muy especial en tu vida. Recuerda que lo importante no es el vestido, ni la fiesta ni nada material.  Lo importante es que estés consciente de que en esa hostia, en ese pequeño pedazo de pan, está presente Jesús en cuerpo, sangre, alma y divinidad.  Te conviertes en Sagrario.  Por eso es importante estar en gracia para comulgar, para recibir a Jesús en una casa digna que es nuestro corazón.